Es el tiempo, la hora.
Ha de repetirse el eco de nuestros pasos en cada escalón y en cada uno de los muros, lo mismo nuestras sombras; ampliadas quizás por el temor que sientes de estar envuelta en este manto de noche; conmigo. Sin embargo no debieras temer, en muchas cosas somos iguales.
Ha de repetirse el eco de nuestros pasos en cada escalón y en cada uno de los muros, lo mismo nuestras sombras; ampliadas quizás por el temor que sientes de estar envuelta en este manto de noche; conmigo. Sin embargo no debieras temer, en muchas cosas somos iguales.
También yo te temo. También yo te sueño.
A mí también me gusta la nieve, me trae recuerdos.
Dicen que nieva porque alguien te quiere; es agradable pensar en ello. Suponer que alguien habrá de extrañarte apenas te llenes de ese aroma que deja la muerte; impregnando de él toda tu alcoba, tu cama, tu miedo; tu camisón.
Lo siento. No era mi intención asustarte. Se trataba sólo de hacer conversación, de mostrarte que no somos tan distintos; que respiramos el mismo aire que mueve las cortinas, que nuestra sangre es vino lo mismo que la del creador; que ambos aborrecemos la luz porque esta sólo nos muestra los defectos de la gente a la que queremos.
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